El Bernabeu se vistió de gala para recibir al siempre elegante y tan esperado Clásico. Un encuentro que paraliza a centenares de países, miles de españoles y millones de ciudadanos en el mundo. Con la etiqueta del partido del milenio, Real Madrid y Barcelona tenían una cita con la historia. Un corazón herido, el de los madridistas, contra la motivada alma cule. El mejor equipo del mundo en la actualidad frente al proyecto más caro de la historia del futbol. Un encuentro que pasará a formar parte del baul de las grandes noches del balonmpie y permanecerá grabado a fuego en el corazón de todos los azulgranas y madridistas. Endulzado será el recuerdo de los de Guardiola mientras que a los blancos les será dificil borrar el sabor amargo de la derrota (0-2).
Más que una victoria en juego
En el encuentro más importante del año no solo están en juego los tres puntos, ni tampoco son solo 90 minutos de tensión, ya que el mundo empieza a paralizarse desde primera hora de la mañana, incluso algunos imaginamos los goles en los sueños de la noche anterior. El Clásico es algo más. Es una mezcla de emociones y sentimientos donde unos acarician el cielo mientras otros se hunden en el más oscuro infierno. El Barcelona se presento en la capital a un punto del eterno rival con el recuerdo del 2-6 de la pasada campaña, donde dejo clara su enorme superioridad. Los de Pellegrini pretendian borrar la imagen mostrada en aquel partido y distanciarse del conjunto azulgrana. Pero Messi en la primera parte y Pedrito en la segunda aguaron la fiesta a los madridistas que volvían a estar detras de los culés con tan solo seis jornadas por delante para que finalice la temporada.